Los efectos combinados de la crisis económica internacional, profundizada por la pandemia, y el arreciamiento a extremos del bloqueo económico, comercial y financiero de EE.UU. (con más de 130 medidas punitivas en los dos últimos años), han tenido un duro impacto en Cuba.
El país ha tenido que enfrentar la paralización por meses del turismo, como consecuencia de la expansión de la COVID-19; lo que ha afectado notablemente los ingresos en divisas y el Producto Interno Bruto. A su vez, ha tenido que erogar más de 1 500 millones de pesos cubanos y más de 100 millones de dólares para los gastos del enfrentamiento a la pandemia por parte del sistema nacional de salud pública.
El recrudecido bloqueo impulsado por la administración Trump ha provocado daños que por primera vez en la historia superan en un año la cifra de 5 mil millones de dólares; un acto doblemente genocida en un período de alarma global por la expansión de la letal enfermedad viral.
El 2020 cerrará como resultado, con una contracción económica significativa, una falta relevante de liquidez en divisas, una escasez de bienes y servicios y una afectación evidente de la calidad de vida de los cubanos.
Ante este complicado escenario, el gobierno cubano trabajó con urgencia en un ajuste del plan de la economía y en la conformación de una Estrategia de Desarrollo Económico Social que se plantea respuestas inmediatas y a medio plazo a las interrogantes y problemas que se han abierto o profundizado en las presentes circunstancias.
La Estrategia parte de principios fundamentales del modelo económico socialista cubano, pero busca eliminar trabas y prácticas obsoletas. Se sustenta en mantener la planificación centralizada de la economía, aunque dándole mayor autonomía al sector empresarial; se redimensiona ese sector empresarial y la economía no estatal, se busca regular el mercado por métodos indirectos y no administrativos, se trata de dinamizar la demanda interna, potenciar la producción nacional y desterrar la mentalidad importadora, fomentar las exportaciones, lograr la complementariedad entre los diversos actores económicos, estimular la competitividad, la eficiencia y el ahorro, y mantener una política ambiental en armonía con el ordenamiento social.
El Consejo de Ministros definió 16 áreas claves de desarrollo, entre los que se incluyen con prioridad la producción de alimentos (el país importa como promedio 2 mil millones de dólares anuales), así como la agroindustria azucarera, el turismo (que contribuye en un 10% al PIB del país), los servicios profesionales (principal aportador de divisas), la industria biofarmacéutica y de producciones biomédicas, las telecomunicaciones y la energía.
Las acciones aprobadas van encaminadas a impulsar la producción agropecuaria y de alimentos en general, potenciar los productos exportables, fortalecer la empresa estatal, descentralizar la asignación y uso de las divisas en la economía, perfeccionar y ampliar el sector no estatal, alentar los programas de desarrollo territorial (en provincias y municipios) y acrecentar el proceso de informatización de la sociedad.
Un paso imprescindible para hacer avanzar la Estrategia es la unificación monetaria y cambiaría en el país, la cual se pondrá en práctica a partir del próximo 1 de enero de 2021. En Cuba circulan actualmente 2 monedas nacionales (CUC y CUP) y hay 2 tipos de cambio (una para las personas y las entidades no estatales y otro para las empresas e instituciones estatales y otras personas jurídicas), lo que hace muy complejo el manejo de la economía y distorsiona su dimensión y eficiencia real.
El nuevo proceso, que se organiza con intensidad en estos días, dejará al Peso Cubano (CUP) como la única moneda de curso legal y un solo cambio oficial, que será fijo por el momento, de 24 CUP por 1 USD.
A la par, se eliminarán un grupo de subsidios y gratuidades hoy vigentes (aunque aún se mantienen como acto de justicia social más de 30 mil millones de pesos en subsidios), se modificarán los precios a la alza de acuerdo al nuevo ambiente de devaluación y se elevarán los salarios, pensiones y las prestaciones de asistencia social.
El Ordenamiento Monetario y Cambiario debe ayudar a poner en igualdad de condiciones a todos los actores de la economía, a generar mayor competitividad y eficiencia, a incentivar las exportaciones y desestimular las importaciones, a estimular la necesidad del trabajo como fuente principal de ingresos para los ciudadanos y a hacer más transparente y medibles las finanzas y la economía del país.
Pero un proceso complejo e imprescindible como este conlleva riesgos como la posibilidad de una inflación superior a la prevista, con el consiguiente impacto social que provocaría. Para ello se refuerzan mecanismos de control relativo de precios y se busca, en medio de difíciles condiciones, incrementar modestamente las ofertas de bienes y servicios; sobre todo, a partir de la producción nacional.
A ello se suma la complejidad que introdujo en la sociedad cubana la existencia de un circuito de tiendas en Moneda Libremente Convertible, una medida no tan popular, pero inevitable para frenar el drenaje de divisas hacia el exterior que se había producido en los últimos años (en el orden de miles de millones calculan algunos especialistas) como resultado de las compras de bienes en mercados cercanos por personas o grupos de personas que después las vendían en el mercado informal en Cuba.
El 2021 será un año muy importante para intentar dinamizar la economía cubana, pese a las adversas condiciones del entorno internacional. Profundizar en la implementación de la Estrategia Económico Social; eliminar trabas, actuar creativamente y con inteligencia serán imprescindibles para hacer efectiva esa ruta. Se prevé un modesto crecimiento de la economía a partir, entre otros aspectos, del crecimiento en casi todos los rubros exportables. Aunque ello sería insuficiente para alcanzar niveles iguales a los resultados de 2019.
Cuba libra su propia batalla contra los demonios de la crisis económica y el bloqueo. Lo hace con independencia y soberanía y con la participación popular en la búsqueda de soluciones que preserven las cuotas de justicia social que ha conquistado y defendido siempre la Revolución. Un desafío enorme en los tiempos turbulentos que vivimos.
Randy Alonso
Do “Cubadebate”