Las principales capitales de Brasil registraron este sábado manifestaciones contra el Gobierno de Jair Bolsonaro, en la que es la primera gran movilización de la izquierda durante la pandemia del Covid-19. Las reticencias en algunos partidos a convocar protestas callejeras por el miedo a provocar aglomeraciones fueron superadas por la indignación de los más jóvenes, sindicatos y movimientos sociales, que abanderaron las convocatorias.
En Río de Janeiro, miles de personas marcharon en clima familiar por la céntrica avenida Presidente Vargas. Pancartas acusando a Bolsonaro de “genocida” y recordando que Brasil ya acumula casi 460.000 muertos por Covid-19 dominaron el ambiente. También las alusiones a la escasez de vacunas y sobre todo al hecho de que el Gobierno ninguneó a los laboratorios que el año pasado ofrecieron al país decenas de millones de dosis. Pfizer se quedó meses esperando una respuesta a sus ofertas, y Bolsonaro llegó a impedir la compra de las vacunas de Sinovac, que al final acabaron siendo las predominantes en el país, gracias al gobernador de São Paulo.
Aunque la desastrosa gestión de la pandemia estuvo en el centro de las dianas, la protesta aglutinó todo el malestar que provoca Bolsonaro entre sus detractores. Sindicalistas, funcionarios públicos, estudiantes, ecologistas, el colectivo LGTBI.. todos marcharon en un movimiento unificado que no se veía desde las masivas protestas de ‘Ele não’ de octubre de 2018, en vísperas de las elecciones.
También hubo protestas importantes en Brasilia, São Paulo, Belo Horizonte o Salvador, entre otras ciudades. La mayoría se desarrollaron sin incidentes, excepto en Recife, donde la Policía Militar dispersó a los manifestantes con pelotas de goma y gas lacrimógeno.
Las manifestaciones se producen en un momento en que Bolsonaro está más desgastado que nunca ante la opinión pública, en parte por los trabajos de la comisión de investigación abierta en el Senado.
La popularidad de Bolsonaro cayó seis puntos desde marzo y y se consolida la mayoría (un 45%) de quienes consideran que su Gobierno es “malo o pésimo”, según una reciente encuesta del instituto de opinión Datafolha.
Las marchas son también una forma de ‘recuperar las calles’, hasta ahora dominadas por la narrativa que impone Bolsonaro, para quien provocar grandes aglomeraciones nunca fue un problema ético.
La semana pasada, en Río, el presidente protagonizó una marcha de motoristas en su honor, en la que se lanzaron proclamas golpistas y se pudo en duda la fiabilidad del sistema electoral, ya con la vista puesta en las elecciones de 2022.
El ex presidente Lula da Silva, favorito en las encuestas de cara al año que viene, fue el gran ausente en las manifestaciones de este sábado, pero tuvo mucho protagonismo en los cánticos de los manifestantes y hasta estuvo representado con un enorme muñeco hinchable, ya con la banda presidencial puesta. Con el campo progresista también movilizado, el clima de disputa electoral ya ha tomado definitivamente las calles de Brasil.
De “El Mundo”